sábado, 16 de marzo de 2013

Anécdota graciosa

El verano pasado me fui a pasar el fin de semana a el Casar de Cáceres, que es el pueblo de Lorena, mi mejor amiga, a pasar las fiestas del pueblo.
Por la noche salimos de fiesta una pandilla de chicos y chicas del pueblo. Nosotras íbamos bastante arregladas con vestidos. El mío era negro y por la parte de arriba algo transparente.
También llevábamos tacones muy altos. Los chicos iban de traje, bien arreglados y muy bien peinados. Decidimos ir a un bar y, para ello nos montamos en un coche de un amigo. De repente, al bajar del coche me enganché el vestido con un alambre y se rompió un trozo de tela bastante considerable. Me sentí algo frustrada y cabreada por ello. Al principio la gente no notó nada raro, pero después se fueron dando cuenta de que íbamos más atrás que ellos, entonces empezaron a preguntar y se lo conté. Empezaron a reirse, pero yo subí a casa de mi amiga Lorena, y me cambié de ropa.
Al final pasamos una estupenda noche, y todo quedó en una anécdota graciosa.